Los investigadores han escogido unas bacterias llamadas magnetotácticas, cuya particular característica consiste en que poseen unos orgánulos denominados magnetosomas que actúan como si fuera una brújula, respondiendo ante los campos magnéticos y haciendo que los microorganismos se muevan en la dirección que marca el campo. Los científicos canadienses han inventado una manera de dirigir estos organismos gracias a esa peculiaridad que tienen. Han programado un ordenador para manipular campos magnéticos y eso hace que las bacterias se muevan al son de las órdenes que dictan los investigadores.
Como un número de circoYa antes habían conseguido que movilizar a estos pequeños seres pero ha sido ahora cuando han obligado a las obedientes bacterias a construir una pirámide con diminutos bloques de epoxy, diseñados para el experimento y que han resultado ser ideales para esta tarea. En el vídeo se puede observar cómo poco a poco, un organizado grupo de 5.000 bacterias utilizan sus flagelos conjuntamente para mover los pequeños bloques y colocarlos en una estructura piramidal perfectamente ejecutada. La fuerza que es capaz de ejercer una bacteria no supera los 4 piconewtons pero, cuando se unen muchos individuos, el esfuerzo se recompensa con unos resultados más que sorprendentes.
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