domingo, 16 de noviembre de 2014

La Tierra Hueca, Nuevas y sorprendentes pruebas





"Tierra plana"



Adaptación del siglo XV de un mapa O-T. Este tipo de mapamundi medieval ilustra tan solo la parte accesible de una tierra esférica, ya que se creía que nadie podía ser capaz de cruzar el clima tórrido cerca del ecuador para pasar al otro lado del globo.

La noción de una Tierra plana se refiere a la idea de que la superficie habitada de la Tierra es plana, en lugar de ser una tierra esférica o curvada. Este artículo se centra en las visiones sobre la forma de la Tierra durante la historia de Europa,
en evidencias históricas a favor y en contra de la creencia moderna de
que la gente en la Europa Medieval creía que la Tierra era plana, en
creyentes modernos en una Tierra plana, y en el uso de la idea de una
tierra plana en la literatura y la cultura popular.



Al principio de la antigüedad clásica, hubo autores que sostuvieron que la Tierra era plana y otros que era cilíndrica. Entre los filósofos griegos, Tales de Mileto sostuvo la idea de una Tierra plana. Por su parte, Anaximandro creía que la Tierra era un corto cilindro con una superficie plana y circular. Se ha conjeturado que la primera persona en haber defendido la idea de una tierra esférica fue Pitágoras (siglo VI a. C.), pero esa idea contradice el hecho de que la mayoría de los presocráticos pitagóricos consideraban que la tierra era plana. En su obra De Caelo, Aristóteles (siglo IV a. C.)
da una explicación razonada de por qué la Tierra es una esfera y cita
un valor para su circunferencia que es el correcto dentro de un factor
de dos. En el siglo III a. C., Eratóstenes da una estimación más correcta de su circunferencia.



En tiempos de Plinio el Viejo, en el siglo I, la mayoría de los estudiosos occidentales aceptaban que la Tierra tenía forma esférica. Más o menos por entonces, Claudio Ptolomeo derivó sus mapas de un globo curvado, y desarrollo el sistema de latitud, longitud, y climas. Sus escritos se convirtieron en la base de la astronomía europea durante la Edad Media, aunque la antigüedad tardía y la Alta Edad Media vieron argumentos ocasionales en favor de una Tierra plana.


El error moderno de que la gente en la Edad Media creía que la tierra
era plana se introdujo por primera vez en el imaginario popular en el siglo XIX.








Antigüedad



Mapa esquemático de un manuscrito del siglo XII del Comentario al Sueño de Escipión de Cicerón de Macrobio, mostrando la zona habitada del norte del mundo, separada de las antípodas por un océano imaginario ocupando todo el ecuador.

La creencia en una Tierra plana se encuentra ya en los escritos más antiguos de la humanidad. En la primera mitología caldea, el mundo se representa como un disco redondo y plano que flota en el océano, y eso formó la premisa para los primeros mapas griegos, como los de Anaximandro y Hecateo de Mileto.


En los tiempos clásicos apareció la idea alternativa de que la Tierra era esférica. Fue defendida por Pitágoras, aparentemente por razones estéticas, ya que también argumentaba que todos los demás objetos astronómicos eran a su vez esféricos. Aristóteles presentó evidencias de la forma esférica de la Tierra mediante sus observaciones, apuntando que los viajeros que viajaban hacia el sur veían las constelaciones de ese hemisferio subir su posición en el horizonte.
Eso sólo es posible si dicho horizonte se encuentra formando un ángulo
con respecto al horizonte de alguien ubicado más al norte. Por lo tanto,
la forma de la Tierra no podía ser plana. Además, el borde de la sombra de la Tierra en la Luna durante la fase parcial de un eclipse lunar
siempre es circular, sin importar lo alta que esté la Luna sobre el
horizonte. Sólo una esfera puede generar una sombra circular en
cualquier dirección, ya que un disco circular plano crearía una sombra
con forma de elipse en la mayor parte de las direcciones.





La circunferencia de la Tierra fue medida hacia el 240 a. C. por Eratóstenes. Supo que en Siena (hoy Asuán), en Egipto, la luz del Sol caía en perpendicular durante el solsticio de verano, mientras que la sombra creada por el sol en Alejandría
estaba en un ángulo aproximado de 1/50º de círculo. Estimó la distancia
en línea recta entre Siena y Alejandría en unos 5.000 estadios, lo que
le permitió calcular la circunferencia de la Tierra en unos 252.000
estadios, y cada arco de grado en 700 estadios. Aunque Eratóstenes empleó aproximaciones bastante amplias, dependiendo de la longitud que aceptemos para un stadion,
su resultado está dentro de un margen de entre un 2% y un 20% de los
valores calculados hoy en día. Vale la pena comentar que Eratóstenes
sólo podía medir la circunferencia de la Tierra asumiendo que la distancia al Sol es tan grande que sus rayos son esencialmente paralelos. En un tratado matemático chino (el Zhoubi suanjing) del siglo I, se incluía una medición similar, para medir la distancia hasta el Sol asumiendo que la Tierra era plana.



Durante este periodo, la Tierra se solía considerar como dividida en zonas de clima, con un clima frío en los polos norte y sur, un mortal clima tórrido cerca del ecuador, y un suave y habitable clima temperado
entre ambos. Se pensaba que las distintas temperaturas en las regiones
dependían de su distancia hasta el Sol, aunque se equivocaban al creer
que nadie podía cruzar la línea del clima tórrido y alcanzar las tierras
de la otra mitad del globo. En su día, esas tierras imaginarias y sus
habitantes fueron llamados antípodas



Lucrecio (siglo I a. C.) se opuso al concepto de una tierra esférica, porque encontraba absurda la idea de las antípodas. Pero hacia el siglo I, Plinio el Viejo se consideraba en posición de afirmar que todo el mundo estaba de acuerdo con la idea de la forma esférica de la Tierra (Naturalis Historia,
2.64), aunque aún siguió habiendo disputas acerca de la naturaleza de
las antípodas, y como era posible mantener el océano formando una curva.
De forma muy interesante, Plinio considera, como "teoría intermedia",
la posibilidad de una esfera imperfecta, "con forma de piña" (Naturalis Historia, 2.65)



En el siglo II el astrónomo Ptolomeo
dio varios argumentos defendiendo la forma esférica de la Tierra. Entre
ellos estaba la observación de que al navegar hacia las montañas,
parecían crecer sobre el mar, indicando que estaban anteriormente
ocultas por la superficie curvada del mar.



A finales de la edad clásica, enciclopedistas tan renombrados como Macrobio (siglo IV) y Marciano Capella (siglo V)
discutieron la circunferencia de la esfera terrestre, su posición
central en el universo, la diferencia de las estaciones entre los
hemisferios norte y sur, y muchos otros detalles geográficos. En su Comentario al Sueño de Escipión de Cicerón, Macrobio describe la Tierra como un globo de tamaño insignificante en comparación con el resto del cosmos



La Iglesia primigenia


Desde la antigüedad clásica y los principios de la teología cristiana, el concepto de la Tierra como esfera se había extendido completamente.
Como en la cultura secular, una pequeña minoría defendía la forma plana
para la Tierra. También había algún debate acerca de la posibilidad de
la existencia de habitantes en las antípodas:
la existencia de gente a la que se suponía separada por un clima
tórrido mortal era muy difícil de reconciliar con la visión cristiana de
una humanidad unificada, descendiente de una misma pareja original y
redimida por un solo Jesucristo.



San Agustín de Hipona (354 - 430) argumentó en contra de que hubiera habitantes en las antípodas:


Pero sobre la fábula de que existen los Antípodas, es decir, hombres
que viven en el lado opuesto de la tierra, donde el sol se levanta
cuando para nosotros se pone, hombres que caminan con sus pies opuestos a
los nuestros, eso no es creible en modo alguno. Y, ciertamente, no se
afirma que se haya aprendido tal cosa por conocimiento histórico, sino
por conjetura científica, basándose en que la tierra está suspendida
dentro de la concavidad del cielo, y que tiene tanto espacio en un lado
como en el otro: por ello afirman que la parte bajo nosotros también
debe de estar habitada. Pero no remarcan que, aunque se supone
científicamente demostrado que el mundo tiene una forma esférica y
redonda, de eso no se sigue que la otra cara de la tierra esté libre de
agua; ni tampoco, aunque estuviera realmente libre de agua, se sigue que
esté necesariamente habitada.




Como esa gente tenían que ser descendientes de Adán, tenían que haber viajado hacia el otro lado del mundo en algún momento; san Agustín continúa:


Es demasiado absurdo decir que algún hombre puede haber tomado un
barco y viajado a través de todo el ancho océano, y cruzado desde este
lado del mundo al otro, y que por tanto incluso los habitantes de esa
lejana región puedan descender de ese hombre primigenio.




En cualquier caso, San Agustín no sólo no niega la idea de una Tierra
redonda, sino que describe explícitamente la Tierra como un globo en
varios de sus escritos.




Dibujo de la tierra según Cosmas Indicopleustes - tierra plana en un tabernáculo.

Unos cuantos autores cristianos se opusieron frontalmente al concepto de que la Tierra era redonda:




Lactancio (245 - 325),
tras su conversión al cristianismo y su rechazo de la filosofía griega,
lo calificó de "locura", al argumentar que la gente en el otro lado del
mundo no "obedecería" a la gravedad. Se preguntaba,



¿Existe acaso alguien tan insensato como para creer que hay personas
cuyas huellas están más altas que sus cabezas? ¿Que las simientes y los
árboles crecen cabeza abajo? ¿Que las lluvias y las nieves caen hacia
arriba hacia el suelo? No tengo palabras para dar a aquellos que, una
vez que han errado, perseveran insistentemente en su locura y defienden
una cosa vana tras otra



San Cirilo de Jerusalén (315 - 386) veía la Tierra como un firmamento flotando en el agua (aunque la cita relevante se encuentra en el curso de un sermón a los recién bautizados, y no está claro si estaba hablando de forma poética o en un sentido más físico) 






















San Juan Crisóstomo (344 - 408) creía que una Tierra esférica era contradictoria con el contenido de las sagradas escrituras. 

 Diodoro de Tarso (fallecido en 394)
también defendía la idea de una Tierra plana basándose en las
escrituras; sin embargo, la opinión de Diodoro solo ha llegado a
nosotros a través de una crítica de la misma realizada por Focio.














 


Severiano, obispo de Gabala (fallecido en 408),
escribió: "La Tierra es plana, y el Sol no pasa bajo ella durante la
noche, sino que viaja a través de las zonas del norte, como si estuviera
oculto por un muro".




 


























El monje egipcio Cosmas Indicopleustes (547) en su Topographia Christiana, en la que el Arca de la Alianza debía representar el conjunto del universo, argumentaba en base teológica que la Tierra era plana, un paralelogramo encerrado por cuatro océanos. Por lo menos un escritor cristiano temprano, San Basilio de Cesarea (329 - 379), creía que el asunto era teológicamente irrelevante.


Distintos historiadores han mantenido que estos defensores de la
Tierra plana fueron, bien influyentes (punto de vista tipificado por Andrew Dickson White), bien relativamente irrelevantes (tipificado por Jeffrey Russell) durante la Edad Media.
La escasez de referencias a sus creencias en escritos medievales
posteriores convence a la mayoría de los historiadores actuales de que
su influencia fue escasa.



La Edad Media


Alta Edad Media



Mapa T-O del siglo XII representando el mundo no habitado según descripción de San Isidoro de Sevilla en su Etimologías. (cap. 14, de terra et partibus).

Con el fin de la civilización romana, Europa Occidental entró en la Edad Media
con grandes dificultades que afectaron a la producción intelectual del
continente. La mayoría de los tratados científicos de la antigüedad clásica (escritos en griego)
no estaban disponibles, ocupado su lugar por resúmenes y compilaciones
simplificadas. Aun así, la mayoría de los libros de texto de la Alta Edad Media defendían la forma esférica de la Tierra. Por ejemplo, muchos manuscritos medievales de Macrobio incluían mapas de la Tierra que mostraban las antípodas, mapas de zonas mostrando los climas Ptolemaicos derivados del concepto de Tierra esférica, y un diagrama mostrando la Tierra (etiquetada como globus terrae, el globo terrestre) como el centro de un conjunto de esferas celestes ordenadas jerárquicamente. Se pueden encontrar imágenes de algunas de estas representaciones en el ya citado Sueño de Escipión.



La visión europea de la forma de la Tierra durante la Antigüedad tardía y la Alta Edad Media se puede expresar mejor mediante los escritos de los eruditos cristianos primigenios:




  • Boecio (480 - 524 adc.), quien también escribió un tratado de teología (Sobre la trinidad),
    repitió el modelo de Macrobio de la Tierra como punto insignificante en
    el centro de un cosmos esférico en su influyente y ampliamente
    traducida obra, De consolatione Philosophiae.

  • San Isidoro de Sevilla (560 - 636) enseñó en su ampliamente difundida enciclopedia (las Etimologías)
    que la Tierra era redonda. La interpretación de su descripción es
    ambigua, y algunos autores sostienen que en realidad se refería a una
    Tierra con forma de disco; sin embargo, el resto de sus obras dejan
    claro que consideraba la Tierra como un globo. También admitió la posibilidad de que hubiera gente habitando las antípodas, aunque considerándolo como leyenda y recalcando que no había pruebas de su existencia.
    Además, la analogía ya comentada de San Isidoro que podía interpretarse
    como presentando la Tierra como un disco fue usada a lo largo de la
    Edad Media por autores claramente a favor de una Tierra esférica, como
    por ejemplo el obispo del siglo IX Rabanus Maurus, quien comparó la parte habitable del hemisferio norte (el clima temperado del norte según Aristóteles de Estagira) con una rueda, imaginada como una sección de la esfera completa.
  •  

  • El monje Beda (672 - 735) escribió en su influyente tratado sobre el cálculo de la fecha de Pascua (o computus), El devenir del tiempo,
    que la Tierra era redonda, explicando la longitud distinta del tiempo
    de luz diurna con las estaciones por "la redondez de la Tierra, pues no
    sin razón es llamada el orbe del mundo en las páginas de las
    Sagradas Escrituras y en la literatura ordinaria. Está, de hecho,
    situada como una esfera en el centro del Universo.". La gran cantidad de manuscritos supervivientes de esa obra, copiados a fin de alcanzar el requisito carolingio de que todos los clérigos estudiaran el computus, indica que muchos, si no todos los clérigos estudiaron como cierta la idea de la esfericidad de la Tierra Aelfrico
    parafraseó a Beda en Inglés antíguo, diciendo "Ahora la redondez de la
    Tierra y la órbita del Sol constituyen los obstáculos a la misma
    longitud del día en todas las tierras."

  • A veces se menciona al obispo Virgilio de Salzburgo (700 - 784)
    como víctima de persecuciones por haber enseñado "una perversa y
    pecaminosa doctrina... contra Dios y contra su propia alma" acerca de la
    forma esférica de la Tierra. El Papa Zacarías
    decidió que "si fuese claramente establecido que profesa creencia en
    otro mundo y otras gentes existiendo bajo la Tierra, o en [otro] Sol y
    Luna, deberéis formar un concilio y privarle de su rango sacerdotal, y
    expulsarle de la Iglesia."
    El tema en disputa no era la forma esférica de la Tierra en sí misma,
    sino si la gente que vivía en las antípodas eran o no descendientes de Adán, y por tanto si eran o no susceptibles de redención. Virgilio logró librarse a sí mismo de esos cargos, fue más tarde ordenado obispo y canonizado en el siglo XIII

Una pista no literaria y muy gráfica de que la gente en la Edad Media creía en la forma esférica de la Tierra es el uso del orbe (globus cruciger) en la regalía de muchos reinos y del Sacro Imperio Romano Germánico. Su uso está atestiguado desde los tiempos del emperador Teodosio II (401 - 450), a lo largo de la Edad Media; el Reichsapfel, por ejemplo, se usó durante la coronación de Enrique VI del Sacro Imperio Romano Germánico en 1191.




Un estudio reciente de conceptos medievales acerca de la forma esférica de la Tierra indicaba que "desde el siglo VIII, ningún cosmógrafo digno de tal nombre ha cuestionado la forma esférica de la Tierra".
Por supuesto, la opinión general de la población no la definen, ni
entonces ni ahora, los intelectuales de renombre. Es difícil decir lo
que la mayoría de la población pensaba sobre la forma de la Tierra, si
es que se lo llegaban a plantear. Puede haber sido tan irrelevante para
ellos como el Principio de indeterminación de Heisenberg lo es para la mayoría de nuestros contemporáneos.



Baja Edad Media



Dibujo de una edición de 1550 de "De sphaera mundi", el libro de astronomía más influyente del siglo XIII, escrito por Juan de Sacrobosco.

Hacia el siglo XI, Europa supo de la astronomía islámica. Cerca del 1070 se inició la revolución del siglo XII, que supuso una revitalización intelectual de Europa con fuertes raíces filosóficas y científicas, y un incremento en la afición por el estudio de la naturaleza.
Para entonces, abundantes registros sugieren que se eliminó cualquier
duda que los europeos pudieran haber tenido hasta entonces respecto a la
forma esférica de la Tierra.



Hermann von Reichenau (10131054) fue de los primeros estudiosos cristianos en estimar la circunferencia de la Tierra siguiendo el método de Eratóstenes. Tomás de Aquino (12251274), el más importante y estudiado teólogo
de la Edad Media, creía en una Tierra esférica; e incluso dio por
sentado que sus lectores también opinaban que la Tierra era esférica. Las lecturas en las universidades medievales solían presentar evidencias de la idea de que la Tierra es una esfera. Así mismo, el "De sphaera mundi", el libro de astronomía más influyente del siglo XIII
y de lectura obligatoria para los estudiantes de todas las
universidades europeas occidentales, describe el mundo como una esfera.



El libro noruego Konungs skuggsjá, de hacia 1250,
dice claramente que la Tierra es redonda, y que cuando es de noche en
el otro lado de la Tierra, es de día en Noruega. El autor también
discute la existencia de las Antípodas, y resalta que, si existen, deben de ver el sol al norte de su posición durante el mediodía, así como que sus estaciones serán opuestas a las que se aprecian en el hemisferio norte.






Representación artística de una Tierra esférica, (c.1400).

El desarrollo tardío de escritos en lenguas vernáculas
también ofrece evidencias sobre la idea de que la forma esférica de la
Tierra era un conocimiento extendido fuera de los círculos estudiosos.
El conocimiento erudito de la época se escribía habitualmente en latín. Por ello, los trabajos en idiomas o dialectos nativos (como el italiano, el español o el alemán) normalmente se destinaban a audiencias más extensas.



La Divina Comedia de Dante Alighieri, la última gran obra de la literatura de la Edad Media, escrita en italiano, presenta una Tierra de forma esférica. Así mismo, el Elucidarium de Honorius Augustodunensis (1120),
un importante manual para la instrucción de clérigos menores que fue
traducido a inglés, francés, alemán, ruso, holandés, noruego, islandés,
español y varios dialectos italianos, se refiere de forma explícita a
una Tierra esférica. Igualmente, el hecho de que Bertold de Ratisbona (mediados del siglo XIII)
use la Tierra esférica como ilustración de uno de sus sermones muestra
que, por lo menos en su congregación, la idea era ampliamente conocida.
El sermón fue escrito y recitado en alemán vernáculo, por lo que no
estaba dirigido a una audiencia con estudios.



Reinhard Krüger, profesor de literatura Romance
en la Universidad de Stuttgart (Alemania) ha descubierto más de 100
escritores en lenguas latinas y vernáculas desde la antigüedad hasta el siglo XV que estaban convencidos de que la Tierra era esférica como una pelota. Sin embargo, en fecha tan tardía como el siglo XV, el teólogo español Alonso Tostado aún discutía la existencia de habitantes de las Antípodas. Desde un punto de vista europeo, la exploración portuguesa de África y Asia, las exploraciones españolas en las Américas durante el siglo XV, y la circunnavegación de la Tierra iniciada por Fernando de Magallanes y concluida por Sebastián Elcano, aportaron las pruebas experimentales necesarias acerca de la forma esférica de la Tierra.



Mundo musulmán medieval


Muchos sabios musulmanes, como Ibn Hazm (1069), Abu-al-Faraj ibn Al-Jawzi (1200) e Ibn Taymiyyah (1328) declararon un acuerdo mutuo (Ijma) según el cual los cuerpos celestes son esféricos. La afirmación de eruditos posteriores, como as-Suyuti (1505), de que la Tierra es plana, representa una desviación de esa opinión inicial.




Los eruditos que defendían el concepto de Tierra esférica lo usaron,
de una forma impecable, para calcular la distancia más corta entre
cualquier punto de la Tierra y La Meca. Eso también les ayudaba a determinar la Alquibla, la dirección hacia la que todo musulmán debe rezar. Los matemáticos musulmanes desarrollaron la trigonometría esférica con el fin de poder realizar estos cálculos.



Existe así mismo un verso en el Corán [79:30] que en una traducción libre puede interpretarse como "Hizo la tierra con forma de huevo",
lo que sugiere que la Tierra no se consideraba como plana. La mayoría
de las traducciones ("Y tras esto Él esparció la Tierra") sugieren que
este verso puede apoyar la teoría de la Tierra plana o "Luego extendió
la Tierra" que es la traducción usada en los actuales coranes والأرض بعد
ذلك دحاها.



Tiempos modernos

La errónea creencia común de que la gente antes de la Era de los Descubrimientos
creía que la Tierra era plana entró en la imaginación popular tras la
publicación del libro «La vida y viajes de Cristóbal Colón», de Washington Irving, en 1828. En los Estados Unidos de América
esta idea incorrecta sigue vigente entre la población, e incluso es
ampliamente repetida en libros de texto de gran tirada. Ediciones
anteriores del The American Pageant, un popular libro de texto de Thomas Bailey,
afirman que «Los supersticiosos marineros... se volvían cada vez más
amotinados... porque temían navegar más allá del borde del mundo»; sin
embargo, no hay ninguna referencia histórica conocida que afirme tal
cosa.
En realidad, los marineros fueron seguramente los primeros en saber de
la curvatura de la Tierra a través de sus observaciones diarias, como
por ejemplo el ver cómo los detalles de la costa o los mástiles de otros
barcos surgían o se hundían en el horizonte con la distancia.




Antípodas









Representación del globo terrestre y sus antípodas.
 

En Geografía, el antípoda o los antípodas (del griego anti: "opuesto" y pous, podós: "pie, del pie") es el lugar de la superficie terrestre diametralmente
opuesto a otro lado de una posición en particular; es decir, el lugar
de la superficie terrestre más alejado. Según el diccionario de la Real Academia Española (RAE), el DRAE, un antípoda o perieco es un habitante del globo terrestre que, con respecto a otro, mora en un lugar diametralmente opuesto.




Si la forma de la Tierra (nuestro planeta) se aproxima a una esfera o a un esferoide, la posición antípoda de un punto situado en las coordenadas geográficas (latitud y longitud) (θ, φ) puede escribirse (θ ± 180°, −φ), o (−θ, φ ± 180º).


La línea recta que une ambos puntos atraviesa el centro del planeta.
El recorrido más corto posible entre ambos, sobre la superficie, es de
unos 20 000 km, la longitud de un semicono circunferencia terrestre.


El término, junto con los de antoikoi, perioikoi, fue propuesto como hipótesis por Crates de Malos en el siglo II a. e. c.. Esta idea fue tomada por Claudio Ptolomeo en el siglo I.


Algunos antípodas




Mapa mundial de las antípodas de tierras emergidas. En color anaranjado están marcadas las tierras emergidas, con sus nombres respectivos. En color blanco aparecen las tierras emergidas sin correspondientes antípodas, y en color azul las superficies sumergidas.






 http://es.wikipedia.org/wiki/Tierra_plana



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