En el pasado hubo ejemplos de conversiones en masa al judaísmo, como es el caso del pueblo de Samaria, que sin ser descendientes de Jacob en un sentido físico abrazaron el judaísmo aunque nunca perdieron del todo sus creencias y costumbres, por lo cual los judíos de Jerusalén nunca los vieron con total agrado.
En cuanto a la pérdida del judaísmo, acorde con la ley judía (Halajá), no existe modo de perder el judaísmo. Quien nace judío o se convierte, no pierde su condición de judío incluso después de cometer uno de los tres peores pecados: paganismo, asesinato o aberraciones sexuales. A pesar de esto la ley judía utilizó otra arma contra pecadores de mayor escala: el expulsar de la comunidad (“El Herem” o “El Nidui”). El poder de separar de la comunidad se remonta a las primeras épocas bíblicas, pero se empezó a usar en forma sistemática durante la época talmúdica en el segundo Templo de Jerusalén, y se continuó su uso durante la era moderna. Baruch Spinoza, Uriel da Costa son algunos de los judíos más importantes que fueron depurados. Marx y Freud vivieron algo parecido. Cabe acotar que, de acuerdo con la ley judía, existen caminos para ser aceptado nuevamente en la comunidad, y esto marca el hecho de que, según ésta, no existe pérdida de la judeidad.
Ashkenaz es el nombre dado a Alemania por los judíos y ashkenazí («alemán») es el nombre que recibían los judíos de Alemania. Se usó luego para describir a los judíos provenientes de Europa de modo general. Su idioma es el yidis, que es un dialecto germano con influencia hebrea y eslava. Habitaron principalmente en Alemania, Polonia, Ucrania y Rusia. No son judíos ashkenazim los que tienen raíces en los siguientes países de Europa: la península ibérica y regiones de Italia, Grecia, Turquía, los Balcanes, Inglaterra, Países Bajos y Francia.
Los judíos ashkenazim adoptaron las interpretaciones de las mitzvot de las escuelas rabínicas de Israel, y los judíos orientales, las de las escuelas babilónicas.
Sefarad es el nombre hebreo para la Península Ibérica (España y Portugal). Sefardí es la palabra para designar a los judíos de España y Portugal. Hicieron grandes contribuciones a la cultura ibérica, pero fueron expulsados por motivos religiosos de España en 1492, por orden de los Reyes Católicos. A los descendientes de estos judíos se les siguió llamando sefardíes, sefaraditas o sefarditas, sin importar en qué parte del mundo hayan nacido. Su idioma es el judeoespañol o ladino, que es un dialecto del castellano. Muchos de estos judíos expulsados terminaron acompañando a los conquistadores al Nuevo Mundo, instalándose en México, Sudamérica y Puerto Rico.
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